viernes, 6 de abril de 2012

EL CAMINO DE LA SEMANA SANTA



Estamos en la recta final de la cuaresma. En unos días, comenzaremos la semana central del año para los cristianos, que es la Semana Santa, la semana en la que de modo casi milimétrico estaremos viviendo con Jesús su pasión, muerte y resurrección. La Semana Santa es la conclusión de toda la cuaresma, en ella se concluye todo lo que hemos vivido en estos días que comenzaron con el miércoles de ceniza y que a lo largo de las cinco semanas de cuaresma nos fue preparando para vivir, junto a Cristo, los misterios de su entrega por nosotros. Todo comenzó con la victoria de Cristo sobre las tentaciones dejándonos clara la necesidad de resistir al mal para seguir a Jesús. Después se nos invitó a poner nuestra confianza en Dios afianzados en la transfiguración de Cristo, el Hijo amado, en el que nosotros nos convertimos en «hijos de Dios». El tercer domingo de cuaresma nos habló de que nuestra relación con Dios es una alianza que se lleva a cabo en Jesús, que es la verdadera alianza y el verdadero templo. El cuarto domingo, nos enseña que ningún fracaso lo es para quien se afianza en Dios, la clave está en aceptar los caminos de Dios, que no son nuestros caminos. Y finalmente, el quinto domingo, nos puso ante los ojos el sacrificio voluntario de Cristo que nos da la salvación: victoria sobre el mal y la plenitud de nuestra vida por el grano de trigo que muere para dar vida. Así llegamos al Domingo de Ramos, gran puerta de la Semana Santa. Prepararnos con profundidad es una magnífica oportunidad para recibir todo lo que la Semana Santa nos puede dejar.






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