miércoles, 18 de febrero de 2015

MIERCOLES DE CENIZA: POLVO MUERTO, PLANTAS VIVAS








Un año más llegamos al miércoles de ceniza, una fecha señalada en el calendario, no solo religioso, sino también cultural de México. En la Biblia encontramos esta tradición como signo de luto o de penitencia, en el caso de Job, o del profeta Jeremías. Hoy la ceniza tiene otro significado, incluso diferente del tradicional, que considera la ceniza como recuerdo del hecho de que todos tenemos que morir. Hoy día, la ceniza significa el hecho de que todos tenemos que tenemos que vivir, que podemos vivir, de forma diferente, de una forma mejor. 


En este día, muchos católicos ponemos la ceniza sobre nuestra cabeza para indicar que queremos una vida mejor de la que llevamos. La ceniza viene de plantas muertas, pero puesta en nuestra cabeza nos recuerda que hemos de ser plantas vivas, sobre todo por una forma más congruente de vivir los valores de nuestra conciencia. 

La ceniza, por supuesto, también tiene un significado religioso porque este miércoles da inicio a la cuaresma, el período de 40 días que nos prepara a la celebración de la Pascua. De este modo, la ceniza es el inicio del camino hacia la resurrección, un camino hacia un amor que es más fuerte que el mal y que la muerte. Por eso, la ceniza no debe ser motivo de pesimismo, sino de esperanza. 

La ceniza no se puede convertir en una superstición, como si el sólo hecho de ponernos ceniza nos fuera a hacer diferentes. Lo que nos hace diferentes es nuestra decisión de cambiar. Ojalá que en este miércoles de ceniza los que queramos usar este signo, nos acordemos que, sin la decisión de ser mejores, la ceniza no sirve para mucho. Pues es nuestra decisión lo que cambia aquello que está muerto en algo vivo.

sábado, 30 de marzo de 2013

VOLVER A CREER, VOLVER A VIVIR: ¡HA RESUCITADO!



Entonces Jesús les dijo: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en su gloria? Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras. Se acercaron a la aldea adónde iban, y El hizo como que iba más lejos. Y ellos le instaron, diciendo: Quédate con nosotros, porque está atardeciendo, y el día ya ha declinado. Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que al sentarse a la mesa con ellos, tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron; pero El desapareció de la presencia de ellos. Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en esa misma hora, regresaron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos, que decían: Es verdad que el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón. (Lucas 24,1-34) 

La resurrección de Jesús no es sólo el final bonito de una película dramática. La Resurrección es la buena nueva del triunfo de Cristo sobre el mal y la muerte. La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, y representa, con la Cruz, una parte esencial del Misterio pascual. La resurrección es el acto supremo e insuperable del poder de Dios que nos señala a Jesús de Nazaret como nuestro Salvador y como nuestro Señor, lo que la constituye en el acontecimiento que se funda toda nuestra fe, el contenido central en el que creemos y el motivo principal por el que creemos. 

La resurrección de Cristo es un salto de calidad en la comprensión de su persona y en el significado de nuestra relación con él, pues no es un simple retorno a la vida terrena. Aunque su cuerpo resucitado es el mismo que fue crucificado, y lleva las huellas de su pasión, ahora participa ya de la vida divina, con las propiedades de un cuerpo glorioso. Antes de la resurrección, Jesús era solo un profeta poderoso en obras y palabras y, además, fracasado de modo estrepitoso. Antes de la resurrección, Jesús era solo alguien que, una vez más, había defraudado todas nuestras esperanzas de que podríamos romper las esclavitudes que nos postran por tierra una y otra vez. Pero, después de la resurrección, Jesús es alguien que devuelve el sentido de la vida, incluso en sus giros más difíciles, después de la resurrección, Jesús es alguien nos restituye la certeza en el plan de Dios, después de la resurrección Jesús es alguien que vuelve a hacer que arda nuestro corazón. Por eso la resurrección nos llena de la alegría que brota de un anuncio estupendo: "¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!" (Lc 24, 34). En toda la historia del mundo, esta es la "buena nueva" por excelencia, es el "Evangelio" anunciado y transmitido a lo largo de los siglos, de generación en generación. Esto es lo que nos hace exclamar los siguientes cincuenta días: ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!