Un año más llegamos al miércoles de ceniza, una fecha señalada
en el calendario, no solo religioso, sino también cultural de México. En la
Biblia encontramos esta tradición como signo de luto o de penitencia, en el
caso de Job, o del profeta Jeremías.
Hoy la ceniza tiene otro significado, incluso diferente del tradicional, que considera
la ceniza como recuerdo del hecho de que todos tenemos que morir. Hoy día, la
ceniza significa el hecho de que todos tenemos que tenemos que vivir, que
podemos vivir, de forma diferente, de una forma mejor.
En este día, muchos
católicos ponemos la ceniza sobre nuestra cabeza para indicar que queremos una
vida mejor de la que llevamos. La ceniza viene de plantas muertas, pero puesta
en nuestra cabeza nos recuerda que hemos de ser plantas vivas, sobre todo por
una forma más congruente de vivir los valores de nuestra conciencia.
La ceniza,
por supuesto, también tiene un significado religioso porque este miércoles da
inicio a la cuaresma, el período de 40 días que nos prepara a la celebración de
la Pascua. De este modo, la ceniza es el inicio del camino hacia la resurrección,
un camino hacia un amor que es más fuerte que el mal y que la muerte. Por eso, la ceniza no debe ser motivo de pesimismo, sino de esperanza.
La ceniza no se puede convertir en una superstición, como si el sólo hecho de ponernos ceniza nos
fuera a hacer diferentes. Lo que nos hace diferentes es nuestra decisión de
cambiar. Ojalá que en este miércoles de ceniza los que queramos usar este
signo, nos acordemos que, sin la decisión de ser mejores, la ceniza no sirve
para mucho. Pues es nuestra decisión lo que cambia aquello que está muerto en
algo vivo.
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